El existencialismo es una corriente filosófica y literaria orientada al análisis de la existencia humana. Hace énfasis en los principios de libertad y responsabilidad individual, los cuales han de ser analizados como fenómenos independientes de categorías abstractas, ya sean racionales, morales o religiosas.
De acuerdo con el Diccionario de Filosofía de Nicola Abbagnano, el existencialismo agrupa diversas tendencias que, aunque comparten su propósito, divergen en los supuestos y en las conclusiones. Es por ello que se puede hablar de dos tipos de existencialismo fundamentales: el existencialismo religioso o cristiano y el existencialismo ateo o agnóstico, a los que volveremos más adelante.
Como corriente histórica de pensamiento, el existencialismo inicia en el siglo XIX, pero solo hacia la segunda mitad del siglo XX alcanza su máximo apogeo.
A pesar del carácter heterogéneo del existencialismo, las tendencias que se han manifestado comparten algunas características. Conozcamos las más importantes.
Para el existencialismo, la existencia humana precede a la esencia. En esto, toma un camino alterno frente a la filosofía occidental, que hasta entonces explicaba el sentido de la vida postulando categorías trascendentales o metafísicas (como el concepto de la Idea, los dioses, la razón, el progreso o la moral), todas ellas externas y anteriores al sujeto y su existencia concreta.
El existencialismo se opone al racionalismo y al empirismo, centrados en la valoración de la razón y del conocimiento como principio trascendente, sea que este se postule como el punto de partida de la existencia o como su orientación vital.
El existencialismo se opone a la hegemonía de la razón como fundamento de la reflexión filosófica. Desde la perspectiva de los existencialistas, la experiencia humana no puede estar condicionada a la absolutización de uno de sus aspectos, ya que el pensamiento racional como principio absoluto niega la subjetividad, las pasiones y los instintos, tan humanos como la consciencia. Esto le confiere también un carácter antiacademicista por oposición al positivismo.
El existencialismo propone centrar la mirada filosófica en el propio sujeto y no en categorías supraindividuales. De esta manera, el existencialismo retorna a la consideración del sujeto y su modo de existir frente al universo como experiencia individual e individualizada. Le interesará, por lo tanto, reflexionar sobre el móvil de la existencia y el modo de asimilarla.
Así, comprende la existencia humana como un fenómeno situado, por lo que pretende estudiar la propia condición de la existencia en términos de sus posibilidades. Esto abarca, según Abbagnano, «el análisis de las situaciones más comunes y fundamentales en que el hombre llegar a encontrarse».
Si la existencia precede a la esencia, el ser humano es libre e independiente de toda categoría abstracta. La libertad, por lo tanto, debe ser ejercida desde la responsabilidad individual, que derivaría en una ética sólida aunque independiente de un imaginario previo.
Así las cosas, para el existencialismo la libertad implica la plena conciencia de que las decisiones y acciones personales influyen en el entorno social, lo que nos hace corresponsables del bien y del mal. De allí la formulación de Jean-Paul Sartre, según la cual la libertad es responsabilidad total en soledad absoluta, es decir: "El hombre está condenado a ser libre".
Si el temor puede definirse como el miedo a un peligro concreto, la angustia es, en cambio, el temor de sí mismo, la inquietud ante las consecuencias de las propias acciones y decisiones, el miedo a una existencia sin consuelo, el miedo a proferir daños irreparables pues no hay excusas, justificaciones ni promesas. La angustia existencial es, de algún modo, lo más semejante al vértigo.
Hemos dicho que, según Abbagnano, los diferentes existencialismos comparten el objetivo de analizar la existencia humana, pero difieren en los supuestos y en las conclusiones. Veamos esto con más detalle.
El existencialismo cristiano tiene como precursor al danés Søren Kierkegaard. Se funda en el análisis de la existencia del sujeto desde una perspectiva teológica. Para el existencialismo cristiano, el universo es paradójico. Entiende que los sujetos deben relacionarse con Dios con independencia de las prescripciones morales, en pleno uso de su libertad individual. En este sentido, el ser humano debe enfrentarse a la toma de decisiones, proceso del cual deriva la angustia existencial.
Entre sus representantes más importantes, además de Kierkegaard, se cuentan: Miguel de Unamuno, Gabriel Marcel, Emmanuel Mounier, Karl Jaspers, Karl Barth, Pierre Boutang, Lev Shestov, Nikolai Berdyaev.
El existencialismo ateo rechaza cualquier tipo de justificación metafísica de la existencia, por lo tanto, riñe con la perspectiva teológica del existencialismo cristiano y con la fenomenología de Heidegger.
Sin metafísica ni progreso, tanto el ejercicio de la libertad en los términos que plantea Sartre, como la existencia, generan desasosiego, muy a pesar de su aspiración ética y la valoración de las relaciones humanas y sociales. De este modo, el existencialismo ateo abre las puertas a la discusión sobre la nada, a la sensación de abandono o desamparo y el desasosiego. Todo esto en el contexto de la angustia existencial ya formulada en el existencialismo cristiano, aunque con otras justificaciones.
Entre los representantes del existencialismo ateo, las figuras más prominentes son: Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre y Albert Camus.
La aparición y desarrollo del existencialismo está estrechamente relacionada con el proceso de la historia occidental. Por ello, para comprenderlo, vale la pena comprender el contexto. Veamos.
El siglo XVIII es testigo de tres fenómenos fundamentales: la revolución francesa, la revolución industrial y el desarrollo del iluminismo o Ilustración, un movimiento filosófico y cultural que preconizaba la razón como principio universal y fundamento del horizonte vital.
Sin embargo, desde el siglo XIX en el mundo occidental ya era notorio que aquellas banderas (razón, progreso económico de la industrialización, política republicana, entre otros) no lograban evitar la decadencia moral de Occidente. Por eso, el siglo XIX ve nacer muchos movimientos críticos de la razón moderna, tanto artísticos como filosóficos y literarios.
El reacomodo de los sistemas económicos, políticos y del pensamiento de los siglos anteriores, que auguraban un mundo racional, moral y ético, no dieron los resultados esperados. En su lugar, se sucedieron las guerras mundiales, signos inequívocos de la decadencia moral de Occidente y todas sus justificaciones espirituales y filosóficas.
El existencialismo, desde sus inicios, ya notaba la incapacidad de Occidente para ordenar aquella transformación violenta. Los existencialistas del siglo XX que vivieron la Segunda Guerra Mundial tuvieron frente a sí las pruebas de la decadencia de los sistemas morales y éticos fundados en valores abstractos.
El existencialismo inicia muy pronto, en el siglo XIX, pero poco a poco va modificando sus tendencias. Así, existen diferentes autores de diferentes generaciones, que parten de un punto de vista diferentes, en parte como consecuencia de su tiempo histórico. Veamos los tres más representativos en este apartado.
Søren Kierkegaard, filósofo y teólogo danés nacido en 1813 y fallecido en 1855, es el autor que abre paso al pensamiento existencialista. Será el primero en postular la necesidad de que la filosofía sitúe su mirada desde el individuo.
Para Kierkegaard, el individuo debe hallar la verdad en sí mismo, fuera de las determinaciones del discurso social. Ese será, pues, el recorrido necesario para hallar la propia vocación.
Así, Kierkegaard avanza hacia la subjetividad y el relativismo, aun cuando lo hace desde una perspectiva cristiana. Entre sus obras más destacadas se encuentran El concepto de la angustia y Temor y temblor.
Friedrich Nietzsche fue un filósofo alemán nacido en 1844 y fallecido en 1900. A diferencia de Kierkegaard, rechazará cualquier perspectiva cristiana y religiosa en general.
Nietzsche proclama la muerte de Dios al analizar el devenir histórico de la civilización occidental y su decadencia moral. Sin dios o los dioses, el sujeto debe encontrar por sí mismo el significado de la vida, así como su justificación ética.
El nihilismo de Nietzsche relativiza la trascendencia de un único valor absoluto ante su incapacidad para dar respuesta unificada a la civilización. Ello constituye terreno propicio para la indagación y la búsqueda, pero entraña también angustia existencial.
Simone de Beauvoir (1908-1986) fue filósofa, escritora y maestra. Se destacó como impulsora del feminismo del siglo XX. Entre sus obras más representativas son El segundo sexo y La mujer rota.
Jean-Paul Sartre, nacido en Francia en 1905 y fallecido en 1980, es el representante más emblemático del existencialismo del siglo XX. Fue filósofo, escritor, crítico literario y activista político.
Sartre definía sus planteamientos filosóficos como existencialismo humanista. Estuvo casado con Simone de Beauvoir y recibió el Nobel de literatura en 1964. Es conocido por haber escrito la trilogía Los caminos de la libertad y la novela La náusea.
Alberta Camus (1913-1960) destacó como filósofo, ensayista, novelista y dramaturgo. Entre sus obras más importantes, se pueden señalar las siguientes: El extranjero, La peste, El primer hombre, Cartas a un amigo alemán.
Miguel de Unamuno (1864-1936) fue un filósofo, novelista, poeta y dramaturgo de origen español, conocido como una de las figuras más importantes de la generación del 98. Entre sus obras más importantes podemos mencionar Paz en la guerra, Niebla, Amor y pedagogía y La tía Tula.
Son muchos los autores que son considerados existencialistas por parte de la crítica, tanto a nivel filosófico como a nivel literario. Muchos de ellos pueden ser vistos como antecesores de esta línea de pensamiento según su generación, mientras que otros han surgido a partir de los planteamientos de Sartre.
Entre otros nombres importantes del existencialismo podemos mencionar a los escritores Dostoievski y Kafka, a Gabriel Marcel, al español Ortega y Gasset, a León Chestov y a la propia Simone de Beauvoir, esposa de Sartre.
Del inglés pragmatism, el pragmatismo es la actitud predominantemente pragmática (que busca la eficacia y utilidad). Por ejemplo: “Dejemos de lado el idealismo y vamos a centrarnos en el pragmatismo: ¿cuánto tenemos que invertir para modernizar la planta y duplicar la producción?”, “El pragmatismo es la base de nuestro movimiento político; estamos cansados de las discusiones estériles y queremos solucionar los problemas cotidianos de la gente”.
Para los pragmáticos, la relevancia de los datos surge de la interacción entre los organismos inteligentes y el ambiente. Esto lleva al rechazo de los significados invariables y de las verdades absolutas: las ideas, para el pragmatismo, son sólo provisionales y pueden cambiar a partir de investigaciones futuras.
Al establecer el significado de las cosas a partir de sus consecuencias, el pragmatismo suele ser asociado a la practicidad y a la utilidad. Sin embargo, una vez más, esta concepción depende del contexto.
Cuando los políticos hablan de pragmatismo, muchas veces se basan en prejuicios y no en la observación de consecuencias. Por lo tanto, el pragmatismo político puede oponerse al pragmatismo filosófico.
El pragmatismo de John Dewey
John Dewey fue un filósofo, pedagogo y psicólogo, nacido en Estados Unidos en el año 1859, que realizó importantes aportes a la teoría del pragmatismo. Según su pensamiento, nuestra mente es un producto evolutivo de la biología, una herramienta que se ha adaptado para permitirnos sobrevivir en el mundo físico, tanto como el cuello de las jirafas. Aseguraba que la inteligencia debía ser usada, juzgada y modificada según su eficacia práctica en la búsqueda de la subsistencia.
El pensamiento representa una herramienta que tiene como objetivo la resolución de los problemas de la experiencia; el conocimiento, por otra parte, surge de acumular la sabiduría originada a partir de la superación de dichos problemas. Es lamentable que los principios por Dewey establecidos hayan sido ignorados por la pedagogía, que los centros de educación hayan continuado basándose en un modelo cerrado y prácticamente obsoleto.
* la experiencia: se trata de una necesidad que surge frente a una situación empírica real, al resultado del ensayo y error para resolver un problema. Para que esta etapa se desarrolle correctamente, es necesario que el pensamiento aparezca de manera espontánea y legítima, y no forzada por exigencias de tipo académica.
* la disposición de datos: durante el proceso del aprendizaje, las personas recurrimos a datos almacenados en nuestra memoria, y obtenemos nuevos de nuestro entorno por medio de la observación y la comunicación. Es importante saber aprovechar los recursos cognitivos, muchos de los cuales surgen de la revisión del pasado.
* las ideas: representan un momento de creación en el que se intenta prever los potenciales resultados, saltar en el tiempo hacia el futuro para impedir que nos sorprenda. A diferencia de los datos, las ideas no pueden ser comunicadas.
* la aplicación y la comprobación: los pensamientos son incompletos, son meras sugestiones, puntos de vista que ayudan a lidiar con situaciones de la experiencia. Hasta el momento en el cual se aplican a dichas situaciones y se comprueban, no alcanzan la plenitud, no tienen contacto con la realidad.
Una vez leído el contenido del blog y visto los videos sobre EXISTENCIALISMO Y PRAGMATISMO, extraer las palabras que no conoce e investigar su significado y así poder comprender más fácilmente los conceptos planteados. (realiza un glosario en tu cuaderno)
NO OLVIDE MARCAR SU TRABAJO CON NOMBRE COMPLETO Y CURSO.
1. ¿Que busca el existencialismo?
2. ¿Que es el existencialismo y ejemplos?
3. ¿Cuales son los principios fundamentales del existencialismo?
4. Realice un mapa conceptual de las características del existencialismo
5. ¿Que quiere decir que la existencia precede a la esencia?
6. ¿Que propone el pragmatismo?
7. ¿Cual es la importancia del pragmatismo?
8. ¿Cuales son las características principales del pragmatismo?